La voz de Miguel Fleta era un instrumento brillante, pulido hasta en sus últimas aristas, bruñido con tintes casi baritonales, y sobrado de temple, color, extensión y belleza.
Sus portentosas facultades y la técnica adquirida, gracias a los sabios consejos de Luisa Pierrik, le permitieron interpretar desde óperas Belcantistas; Donizetti, Bellini, hasta las más representativas del Verismo; Puccini, Leoncavallo, Mascagni, etc. pasando por el Lirismo de Verdi y Bizet, e incluso llevó en su repertorio una ópera de Wagner.
En los fragmentos que acompañan a estos textos (Tosca, Manon, Carmen y Pescadores de perlas), podemos apreciar la variedad de matices de su media voz, reduciendo su intensidad hasta lo infinito, y seguir la frase sólo con el aliento.
También su capacidad interpretativa era admirada en todos los géneros, haciendo de canciones populares, autenticas obras del arte musical.
En la romanza “Nostalgia andaluza” se pueden apreciar todos los matices de su media voz.
En la frase porque allí nació mi amor, va reduciendo el volumen hasta dejarlo en un suspiro, y sólo con el aliento continua diciendo donde el primer beso di, cuando parecía que ya no le quedaba aire en los pulmones.
El final sollozante demuestra sus dotes interpretativas.
Los finales de la mayoría de las arias, que terminan en calderones y notas altas, no eran para Fleta un motivo para demostración de sus facultades, si no que los adaptaba perfectamente al argumento de la obra.
Aquí se pueden escuchar algunos de esos finales (Carmen, Tosca, I Puritani y La Favorita), ejemplo de su vehemencia interpretativa.
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